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La primera vez solo fueron besos apasionados e intensos, mientras Darío, ese es su nombre, acariciaba mis senos al comienzo por encima de mi ropa, poco a poco le permití deslizar sus manos por debajo hasta rozar su mano con mi piel, acariciando mis senos en especial mis pezones, lo cual me excitaba muchísimo llevando a que mi concha se humedeciera tremendamente, al punto que al llegar a casa, aprovechaba que mis padres a esa hora dormían, entraba al baño y me masturbaba hasta disfrutar de orgasmos que aprendí, escuchando a amigas mayores que contaban haber disfrutado del sexo con sus novios.

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